Controvertido y polémico, dos términos que bien se ajustan al perfil del artista cubano Michel Mirabal. Y lo cierto es que es todo un personaje vehemente y con una buena dosis de histrionismo. Lo mismo se le aprecia que se le repudia; lo mismo se le expone que se le censura. Pero él tiene una cosa muy clara y es que un artista tiene que buscarse la vida más allá de toda valoración crítica y de cualquier enjuiciamiento en el espacio público. Su origen humilde y marginal contrasta con su profunda ambición y sus ganas de amasar un legado. De hecho, con independencia de la desautorización de algunos y de la aprobación de otros, ha conseguido instalarse en una zona del arte cubano contemporáneo con un currículum bastante imponente.

Sobre su actual exposición Éxodo, en Castello di Barletta, en Italia, hablamos en esta conversación que, desde ya, no estará exenta de polémica. La mesa está servida…

Michel Mirabal
¿Qué es Éxodo?

Éxodo es mucho más que una simple exposición para mí; representa un suceso importante en mi carrera como artista hasta este momento. En esta muestra se reúnen diversas series de obras que he creado a lo largo de los años. Algunas de estas, específicamente, enfocadas en reflexionar sobre el tema de la migración y el éxodo. Este repertorio de piezas aborda de manera honesta y cruda la realidad circundante, reflejando no sólo los aspectos físicos de la migración sino también sus implicancias emocionales y sociales.

Lo que hace especial a Éxodo, desde mi punto de vista, es la oportunidad de mostrar en un solo espacio todas las facetas de mi trabajo artístico. Desde las pinturas y esculturas hasta instalaciones y videoarte, cada pieza, de manera autónoma y por contraste, contribuye a un diálogo más amplio sobre la condición humana y los desafíos inherentes al movimiento y la búsqueda de un lugar mejor o más seguro en el mundo. Ese lugar, tal vez posible, donde acreditar las utopías.

Al reunir estas obras, busco no solo compartir mi visión artística sino también provocar reflexión, empatía y diálogo en torno a un fenómeno que afecta a millones de personas en todo el mundo.

La acogida de «Éxodo» ha sido tremendamente positiva en todos los lugares donde se ha presentado. Este respaldo refuerza mi convicción de que el arte tiene el poder de conectar a las personas con realidades lejanas a las suyas, humanizando temas que a menudo se tratan como meros números o estadísticas. Estoy muy contento y agradecido por la oportunidad de compartir este trabajo que considero uno de los más importantes de mi carrera hasta la fecha.

Vista de la exposición ÉXODO de Michel Mirabal
¿Cómo y por qué surge este proyecto?

La génesis de Éxodo está profundamente arraigada en una respuesta personal y artística a los tumultuosos fenómenos migratorios que dibujan el mapa global. Este proyecto no surge de la nada; es una reflexión directa sobre los eventos que están sacudiendo al mundo y, de manera muy personal, a mi país. La migración, un fenómeno tan antiguo como la humanidad misma, ha tomado nuevas dimensiones en estos tiempos, afectándonos de manera directa e ineludible. La veo y la siento en mi círculo más cercano: amigos, familia, y a través de las impactantes imágenes y relatos que nos llegan constantemente por las noticias.

Además, este proyecto tiene un origen muy íntimo y doloroso: la partida de mi hija mayor. Su proceso de emigración, con todos los retos y sacrificios que implicó para alcanzar sus metas, me ha tocado profundamente. Es una experiencia que, aunque personal, refleja la realidad de millones de personas en todo el mundo. Este dolor, lejos de paralizarme, me ha servido de inspiración y motor para crear este proyecto.

Éxodo es mi manera de procesar y responder a estas realidades, una forma de poner el dedo en la llaga sobre un tema urgente, mientras intento navegar y comprender mi propio dolor y el de aquellos que me rodean. Es un testimonio de cómo el arte puede ser tanto un reflejo de nuestro tiempo como un medio para confrontar y quizás encontrar sentido en nuestras experiencias más desafiantes.

Vista de la exposición ÉXODO de Michel Mirabal
Cuéntame, brevemente, sobre el concepto general de tu trabajo.

Mi trabajo se enfoca en ofrecer mis perspectivas sobre el mundo que me rodea, reflexionando sobre la vida, los eventos y momentos significativos que me han impactado. Me inspiro en las voces de mi barrio en Centro Habana, donde nací, capturando las vivencias, problemas e ilusiones de su gente. Esta visión la extiendo a todos los cubanos, tanto dentro como fuera de Cuba, manteniendo también una mirada crítica hacia el mundo exterior. Aclaro que no me considero el centro del universo, lo cual se refleja en mi obra.

A lo largo de mi carrera, he desarrollado 12 series, de las cuales dos o tres son las más reconocidas. Esta diversidad de trabajos subraya mi interés en explorar diferentes temas y enfoques.

¿Asumes tu obra como un gesto crítico?

Desde el primer día, sin duda. Mi enfoque hacia el arte ha sido crítico. Incluso mi primer dibujo a los 4 años, que mi madre aún conserva, reflejaba una observación crítica de mi entorno. Personalmente creo que el arte no debe actuar como una pancarta o un panfleto que dicta cómo deben ser las cosas. En mi opinión, el arte debería provocar en los espectadores interpretaciones y desafíos que no necesariamente tienen que coincidir con la perspectiva del artista. Es en ese proceso de exploración y descubrimiento personal donde reside, a mi parecer, la verdadera magia del arte.

Vista de la exposición ÉXODO de Michel Mirabal
Nelson Herrera Ysla fue el curador de la muestra, ¿Cómo funcionó ese diálogo?

Nelson Herrera Ysla y yo nos conocemos desde hace muchos años. Cada vez que nos encontrábamos, nos prometíamos colaborar en algún proyecto juntos. Esta oportunidad se materializó con Éxodo en la Bienal de Arquitectura de Venecia, y entonces supe que era el momento perfecto. No hace falta decir cuánto lo admiro y lo mucho que se aprende de él, no solo sobre arte sino sobre la vida en general.

Nelson ha tenido la fortuna de vivir momentos que han marcado la cultura cubana, tanto positiva como negativamente, y escuchar sus anécdotas de primera mano es sumamente enriquecedor.

¿Siempre has trabajado en base a series, es correcto?

Sí, en efecto. Hasta ahora he desarrollado doce series. En las exposiciones previas no había tenido la oportunidad de mostrar varias de ellas juntas, lo cual era una especie de deuda pendiente con cada una de esas series y con las relaciones de sentido que podían derivarse de ellas. A veces, las galerías y los art dealers prefieren concentrarse en 2 o 3 series porque las consideran apuestas seguras para sus objetivos. Tal vez por eso terminé rompiendo relaciones con dos galerías que trabajaron conmigo en el pasado; me sentía muy limitado. A estas alturas de mi carrera, no encuentro atractivo firmar otro contrato de exclusividad. Prefiero trabajar con mis propios recursos y, si acaso formar alguna alianza, asegurarme de que no sea exclusiva.

© Michel Mirabal
El uso de símbolos patrios es muy recurrente en tu obra, ¿por qué?

La recurrencia de símbolos patrios en mi obra surge de la búsqueda de un lenguaje visual que conectara con los cubanos sin importar dónde se encuentren. La bandera de Cuba, con su rica historia y significado, se presentó como ese símbolo universalmente reconocible y cargado de emociones y memorias colectivas. Sin embargo, mi enfoque no ha sido utilizar la bandera como objeto, sino más bien ofrecer una interpretación conceptual de ella. Esta reinterpretación me permite explorar y comentar sobre la identidad, la historia y las complejidades sociopolíticas de Cuba de una manera que trasciende lo literal.

Al transformar y descontextualizar estos símbolos, busco invitar al espectador a una reflexión crítica sobre lo que representan estos emblemas para nosotros como nación y como individuos. Este proceso creativo no solo es un homenaje a la herencia cultural de Cuba, sino también una crítica a cómo los símbolos patrios pueden ser manipulados o idealizados en diferentes contextos políticos y sociales.

A través de mi obra, intento abrir un diálogo sobre la identidad nacional y la diáspora, temas que son especialmente pertinentes en el contexto cubano actual, marcado por el exilio y la dispersión de su gente por todo el mundo. Al (re)imaginar la bandera y otros símbolos patrios, mi objetivo es ofrecer nuevas perspectivas que fomenten la reflexión y, posiblemente, la reconexión con esos elementos fundamentales de nuestra identidad cubana, pero desde una visión crítica y contemporánea.

© Michel Mirabal
¿Eres consciente de que en tal caso existe una relación de poder muy poco justa?

No lo veo así. De hecho, considero que la forma en que se plantea la pregunta puede inducirme a responder de una manera que concuerde con una afirmación que ya das por sentada. Por ello, creo que sería apropiado reformular la pregunta para evitar presuponer una respuesta específica. No obstante, estoy abierto a discutir el tema más a fondo si me proporcionas más contexto o detalles sobre tu punto de vista, aunque tengo una idea de a qué te refieres.

La comunidad artística internacional (y yo como parte de ella) se ha manifestado en contra de las detenciones arbitrarias de artistas y activistas en la isla, en muchos casos, por el uso de esos mismos símbolos que tú usas con libertad. ¿Cómo administras este hecho?

He expresado mi opinión sobre este tema en internet. Específicamente, en el caso de Luis Manuel Otero Alcántara, nunca apoyé que fuera encarcelado por usar la bandera cubana en su obra. Independientemente de si su arte es de mi agrado o no, ningún artista ni ciudadano de ningún país debería ser encarcelado por expresar sus pensamientos sobre su sociedad o entorno, ya sea verbalmente o a través de su obra. Es importante destacar que yo no trabajo directamente con la bandera cubana; mi obra es una interpretación de esta.

Para darte un contexto, durante la Bienal de La Habana de 2009, a pesar de tener un proyecto aprobado por la dirección de la bienal para crear un mural interpretando la bandera cubana, la policía intervino debido a una supuesta queja sobre alguien pintando una bandera cubana alterando su iconografía al representar alambres de púa. Como resultado, pasé veinticuatro horas detenido. Este incidente fue seguido por varios obstáculos en mi carrera, hasta que recibí una beca de creación en Venecia. Desde allí, comencé a enfocarme intensamente en el tema de la bandera en mi obra, lo que generó una gran atención mediática y marcó un cambio significativo a mi regreso a Cuba. Incluso instituciones oficiales y el Ministerio de Cultura comenzaron a adquirir este tipo de obras, que ahora se pueden ver en oficinas y pasillos del ministerio.

El punto de inflexión ocurrió con la visita del presidente Barack Obama a Cuba. La Casa Blanca me contactó para crear una obra para el encuentro entre Obama y varios invitados, una reunión ampliamente cubierta por medios internacionales. Este evento impulsó mi obra hacia un nuevo nivel, expandiendo significativamente la mirada de los coleccionistas a nivel mundial.

© Michel Mirabal
¿Dónde estabas cuando los sucesos del 27N y el 11J? ¿Tuviste alguna partición en ellos?

Yo estaba en mi casa, en las afueras de La Habana. Me hubiera encantado estar en ese momento histórico. Me hubiese servido de mucha inspiración para mi trabajo. Aunque, debo decirte, hubo mucha confusión. Se produjo un corte de internet que me dejó con más dudas que respuestas.

¿Desde la distancia crítica cómo valoras estos sucesos?

Tuve la oportunidad de participar en un programa de la Televisión Cubana (TVC) para hablar sobre este tema, pero, lamentablemente, fui ingenuo. Lo que dije fue editado; como el programa no era en vivo, mi intervención fue manipulada, ya sea sacando mis palabras de contexto o presentándose bajo una luz sutilmente distorsionada. Sin embargo, quiero aclarar que, entre otras cosas, expresé mi oposición al embargo económico contra Cuba. Creo que los más afectados son los sectores más humildes de la población, y el embargo se utiliza como excusa para encubrir ineficiencias. Firmemente considero que el embargo ha contribuido a la situación actual.

También hablé sobre la falta de libertades civiles, la dificultad para ser más inclusivos en la sociedad, y la falta de respeto hacia aquellos con opiniones divergentes. Concluí señalando lo inapropiado de vandalizar y robar en tiendas durante las protestas, ya que eso desvirtúa el propósito de la manifestación. Aclaré que no solo hubo actos de delincuencia, como se mencionó, sino que también participaron personas desesperadas por necesidades básicas como alimentación, vestimenta, y capacidad para pagar servicios básicos. Sin embargo, lo que se difundió fue una simplificación de mis palabras, reduciendo mi mensaje a que «todo es culpa del bloqueo», lo cual es una distorsión. No pasa un día sin que me arrepienta de mi ingenuidad al participar en ese espacio sin considerar cómo podrían manipular mis palabras.

© Michel Mirabal
Sabes que muchos colegas y artistas te consideran un oportunista, ¿qué me dices al respecto? ¿por qué crees que existe esa voz o esa suerte de consenso?

Sobre mi se dicen muchas cosas, y muchas de ellas en boca de personas que ni siquiera me conocen. Directamente asumen lo que otros -que sí son oportunistas- dicen de mí, pero eso no me quita el sueño. Quien tiene que saber quién soy, soy yo y mi familia, también la gente que quiero y que me quiere. Muchos hablan sin tener siquiera una prueba tangente de lo que dicen. Y esos, qué quieres que te diga, me resbalan. Hay muchos artistas que van por ahí de farol y no son ni vela. Gente, que los he visto yo, que miran a un niño sin comida, sin medicinas y sin recursos y voltea la cara. Yo no soy así. De hecho, llevo un proyecto que se llama Finca Calunga que apoya a personas (especialmente a niños) con problemas de recursos en toda la isla. Enviamos contenedores de medicinas e insumos y apoyamos a niños sin amparo filial, así como a personas mayores en peligro de exclusión social.

Cuando me formulan una pregunta así, yo me pregunto entonces ¿qué hacen por esta gente (su gente) los que me llaman oportunista?

Cierto es que has expuesto poco en Cuba en comparación, incluso, con artistas que disienten del régimen, ¿a qué crees que responde esto?

Bueno esa respuesta yo también quisiera tenerla. A mi estudio se acercan curadores y galeristas de muchas partes para proyectos en Cuba (también fuera). La mayoría de estos no llegan a buen puerto. No sé si habrá una mano negra o qué sé yo, pero por supuesto en lo que a mí respecta me encantaría llevar una exposición como Éxodo a mi país.

Muchos artistas se concentran, de un modo excesivo en la metodología de trabajo, desatendiendo el impacto final de éste, cuál es tu posición al respecto.

He visitado numerosos museos y galerías alrededor del mundo, intentando comprender el arte contemporáneo y sus intenciones. Confieso que a veces me siento vacío frente a ciertas obras, y me pregunto si acaso eso era lo que el artista buscaba provocar. En cuanto a mi trabajo, lo vivo como algo esencial, como el acto de respirar. No me ciño a formalidades ni métodos establecidos; simplemente me expreso. El impacto final de mi obra queda en manos de quien la aprecie. Aunque tengo mis propias razones para crear, permito que cada espectador tenga sus propias interpretaciones y conexiones con mi trabajo.

© Michel Mirabal
Existe una tendencia en juzgar todo el arte como político, ¿qué piensas de ello?

Yo creo que la política y la sociedad van de la mano. Me da mucha risa cuando veo a alguien decir que es apolítico. Cosa que es imposible porque, aunque no ejerzan ni el derecho al voto, las decisiones de los políticos inciden en ellos directamente. De modo que sí creo que la política va muy de la mano del arte, especialmente de ese que critica y sanciona su entorno.

Si te dijera que no me parece buena tu obra, ¿qué dirías?

Te diría que ese es tu criterio y que, como tal, lo respeto. Parto de pensar que el arte es algo muy personal, igual que nuestros gustos, como por ejemplo el chocolate, que a algunos les encanta y a otros no, como a mí. Alguien una vez me señaló que el arte no necesita que a todo el mundo le guste o esté de acuerdo con él. Mi arte es cómo gano mi vida. Con él pago mis cuentas. Aunque no vendo chocolates, ponerlos como ejemplo me ayuda explicar que el valor de una obra de arte no solo viene de cuánta gente la acepta.

A lo largo de mi carrera, con sus altas y bajas, he entendido que es importante saber que no es lo mismo lo que sentimos por una obra de arte que cómo la juzgamos. Un filosofo que ahora no recuerdo señalaba algo así como que porque algo no te guste no significa que no sea bueno. Juzgar el arte implica pensar en sus bases de creación, pero lo que a cada quien le gusta es muy personal y cambia de un sujeto a otro. Lo mejor del arte, y a eso me aferro es, cómo cada quien lo ve y lo siente de manera diferente.

Cuando alguien me ha preguntado que significa una pieza, siempre le respondo ¿Qué significa para ti? Y ahí comienza esa una conversación. Cada persona se enfrenta al arte con su propia historia, conocimiento y sentimientos, lo que hace más interesante crear obras para públicos tan diversos. Ese es el poder del arte hacernos pensar y sentir. Así que, si mi obra no te parece buena, es entonces sinónimo que te llevó a pensar y afrentarte a ella con tus propias ideas. Eso es lo que busco, hacer más rica la experiencia del público con el arte.

Michel Mirabal
Has realizado más de cincuenta exposiciones personales y has participado en más de setenta exposiciones colectivas, ¿cómo has podido gestionar este currículum?

Tuve mucha suerte de tener personas muy influyentes que apostaron por mi trabajo. Esta situación me trajo dividendos importantes que dilapidé en mis inicios. Después de despertar un día casi sin nada y me prometí que no dependería de nadie para desarrollar mi trabajo. Me ajusté el cinturón empezando a guardar un importante porciento de las ventas para la producción de mi propio trabajo. También tengo clientes muy fieles que me hacen de sponsors en algún momento por alguna que otra obra y así voy caminando. Los que piensan que alguien, desde un buró, me apoya financieramente están muy equivocados.

Perteneces a una saga familiar de grandes artistas, ¿cómo ha incidido esto en tu formación y en tu carrera?

Pertenecer a una saga familiar de grandes artistas, en mi caso, del mundo de la música, ha tenido un impacto significativo en mi formación y carrera. Este entorno enriquecido culturalmente me introdujo desde temprana edad a la pasión por la lectura, la apreciación de la buena música y el arte de la cocina, elementos que han permeado mi trabajo y mi enfoque creativo.

Aunque mi expresión artística se ha manifestado a través de un medio diferente al de mis predecesores, las lecciones aprendidas y el amor por el arte heredado de mi familia han sido fundamentales en mi desarrollo. La intersección de diferentes formas de expresión cultural en mi hogar ha fomentado una apertura y curiosidad que me impulsan a explorar y experimentar constantemente en mi arte.

¿Te consideras un artista honesto?

Posiblemente no sea tan honesto en mi trabajo como en la vida real. Creo que lo único que tiene un artista es su obra y si esta no es real no debería llamarse ARTISTA.

Yo creo en lo que hago. Con eso me basta.